La-muerte-del-libroEl pasado octubre se celebró el “Día de los muertos” y es menester para nosotros, SOLAR editores, remembrar a aquel eterno aspirante a la muerte cada vez que llega un nuevo soporte. Nos referimos al libro.

La realidad es que el debate sobre este tema es arcaico y atemporal. Simplemente debemos recordar que toda tecnología tiene un ciclo de vida y la vigencia del libro soporte papel empieza a ser cuestionada por la llegada de lo digital. No nos atemoricemos, ni alarmemos. El e–book es el siguiente paso.

Desde una perspectiva histórica, la reutilización de viejo material va de la mano de cualquier medio nuevo. El cine reutilizó el teatro, la radio revendió las actuaciones y la televisión reutilizó las películas. Así que no debe ser extraño que el e–book reutilice textos de libros físicos y los combine con imágenes o música. Normalmente, el periodo de incubación de un medio nuevo puede ser bastante largo. Pasaron muchos años hasta que se supo cómo mover una cámara de cine, en lugar de obligar a los actores a moverse frente a ella. Pasaron 32 años antes de que naciera el cine sonoro en 1927. Poco a poco, surgieron docenas de ideas que dieron un nuevo vocabulario al cine y video. Lo mismo ocurrirá con los libros. El ser humano y las sociedad siempre se han adaptado, de un modo u otro, a las evoluciones industriales y tecnológicas. No hay razón para pensar que será distinto en la literatura.

De hecho, Juan Voutssás, investigador del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas de la UNAM, nos recuerda que ésta no será la primera vez que los libros cambien de forma. Tendemos a olvidar que en épocas prehispánicas se llegó a usar el amate; que el papiro y la tinta china fueron utilizados por milenios antes de concederle el paso a sus sucesores; que el pergamino y la tinta actual fueron usados por más de mil años; que el papel de celulosa del tipo que conocemos no llega a doscientos años y que la imprenta apenas rebasa los cinco siglos. Algún día, eso que hoy llamamos libros fueron rollos de papiro y antes fueron volúmenes de pergamino o códices plegados como biombos o tablillas de barro o bajorrelieves de estuco o de piedra o de bronce. Y antes de todo eso, fueron sólo palabras, espíritu o emoción, instrucciones, memoria o datos técnicos y comerciales confiados a la voz (Voutssás, 2006).

Lo único que hay que hacer es tomarlo con calma y acudir a SOLAR, pues este cambio es natural.

Ahora bien, si de verdad nos inquieta el nuevo soporte entonces es momento de leer a Juan Domingo Argüelles:

¿Por qué seguimos leyendo a Homero, por qué sigue vivo Dante? Por una sencilla razón: porque comprendimos que lo importante no es el soporte sino el contenido. No sé qué puedan decirles Homero y Dante a los lectores del siglo XXXVI pero es claro que dirán algo para entonces, y no será por los fetiches del libro en papel, sino por el contenido (Domingo, 2008)

 

 

Bibliografía:

– Voutssás, J. (2006). Bibliotecas y Publicaciones Digitales. México: Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

–Domingo, J. (2009). Hay que desmitificar la lectura letrada, desacralizarla y revalorar las otras lecturas. Quehacer editorial 7, 39–64. México: Ediciones del Ermitaño.